5. ¿Y si…?

El cuento termina de una manera muy triste, ¿no te parece? Imagina que eres Bambert y dale una segunda oportunidad a Jean Baptiste.

Continúa la narración como si lo hubieran soltado tras su detención.

¿Se ha quedado con un poco del tesoro? ¿Su vida continúa igual, como aprendiz de zapatero, o quizá ha cambiado? ¡Cuéntanoslo!

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  1. …Encarcelan a Jean Baptiste, pero un hombre millonario vio que el chico repartió su oro, por lo que no mintió, por lo que lo sueltan y acaba sus días como zapatero.

  2. … Jean Baptiste logra escapar y vive el resto de sus dias en una casita al norte del pueblo solo, con el poco oro que le queda después de haberlo repartido a los pobres.

  3. Jean Batiste se escapó y los guardias, al ver que en el fondo no había robado nada, dejan que se vaya. Pero…¿cómo escapó? Todos los mendigos se rebelaron y fueron a salvarle.

  4. …Encarcelan a Jean Baptiste, pero una mañana oye una voz que proviene de la celda de al lado. La voz le dice que abra la celda. Este piensa que son imaginaciones suyas, pero por alguna extraña razón lo hace y ¡la puerta se abrió! Cuando fue a darle las gracias a quien le había hablado, no había nadie…

  5. Cuando Jean Baptiste fue a la cárcel no se resistió, pero cuando se quedó solo en la celda se quedó dormido un buen rato y luego oyó un ruido y se levantó. Se encontró con un niño de unos siete años que estaba pegado a los barrotes de la celda, se levantó y lo llamó. Se acercó y le cogió de la mano. De repente de sus manos salió una luz inmensa y los dos aparecieron en la calle, frente al palacio. Decidieron irse a otra ciudad y vivieron felices porque Jean Baptiste adoptó al niño que, por cierto, se llamaba Sisón.

  6. Cuando los policías le capturaron, le encerraron en el coche pero él se escapó ya que uno de los policías era cómplice del robo. Al otro policía le atraparon en el coche y los otros dos se escaparon y se fueron muy lejos de esa zona. Donaron el dinero a una ONG.

  7. Jean Baptiste escapa gracias a que es domador de dragones. Llama a sus mascotas favoritas Flamita y Chispitas que chamuscan y llevan a su domador a un pueblo lejano llamado Villazarcillo. Allí los dragones crían bebés y Jean Batsite cría una granja de dragones.

  8. Después de haber sido encerrado por la policía Jean Baptiste pensó en lo ocurrido y porque el maestro le mandó hacer eso, cuando de repente escucho un alboroto en la comisaría y ve a un mendigo ayudandole a escapar.
    Los mendigos le fueron a salvar de la condena por ayudarles, tras darles el dinero del tesoro para que pudiesen comer. Lo que Jean Baptiste no sabía dado cuenta es que la carta escrita por el maestro, en la parte trasera ponía: » EL QUE DA RECIBE POR SU TRABAJO»

  9. Después de ser encerrado, Jean no sabía lo que hacer . No se creía que el futuro hubiera descrito que él acabara allí, de modo que comenzó a pensar cómo conseguiría escaparse. Pasaron semanas en las que Jean no quitaba el ojo de cómo funcionaban los cambios de guardia, donde dejaban las llaves, a qué horas daban la comida, etc . Pero no se le ocurría nada , por más que pensaba en un plan no conseguía llevarlo a cabo por la alta seguridad de la zona . Un día, mientras estaba en la cama descansando. escuchó un susurro procedente de la celda de al lado, así que decidió acercarse. De repente una mano le coge del cuello de su camisa y lo empotró contra los barrotes de la celda, quedando inconsciente en el acto. Unas horas después se encontraba en una cama de una lujosa habitación , y de pronto ve como una mujer abre la puerta. Perdido y desorientado pregunta dónde está, y la mujer le contesta que ha permanecido inconsciente, debido a un golpe en la cabeza que se había dado al bajar a unas catacumbas. Y es que Jean Batiste no había robado el dinero sino que se había caído al bajar a las catacumbas

  10. A los pocos días de que llegará la cárcel , una mañana pudo escuchar un sonido . Él decidió seguir el sonido hasta que se encontró con un pájaro . Y siguió el pájaro hasta que el pájaro se paró en un momento . Se giro y pudo observar una puerta entreabierta . Él cogió el pájaro y salió corriendo sin mirar atrás .

  11. Tras pasar unos cuantos días en prisión, por fin un día fueron unos guardias para darle la libertad, pero con una condición, debía marcharse de la ciudad para no causar más problemas. Y así lo hizo, con cierto pesar se despidió de sus amigos mendigos que le estaban infinitamente agradecidos por todo. Recogió sus escasas pertenencias y emprendió el rumbo a conocer nuevos lugares.

  12. Tras la detención de Jean Baptiste, los pobres con los que compartió el tesoro se revelan contra la autoridad y consiguen liberarlo, le ayudan ofreciéndole una parte del dinero que Jean Baptiste, había compartido con ellos. Decide montar su propio negocio de zapatero y tras unos años logra conseguir tanta fama que gente de todo el mundo acude a su zapatería parea reparar sus viejos zapatos o para comprar otros nuevos.

  13. Jean Baptiste seguía en la comisaría, habían pasado 2 semanas, pero para él, se le hacía eterno estar en prisión. Pero un día, hubo una revuelta en la cárcel, resulta que había llegado un grupo de personas, escoltados por varios guardias. El grupo de personas se detuvo de inmediato y comenzaron a golpear a los guardias, los dejaron inconscientes rápidamente, y sacaron a Jean Baptiste. Jean descubrió rápidamente que eran los mendigos.

    Jean Baptiste pasó el resto de sus días viviendo junto a los mendigos en una mansión, gracias a todo el dinero que consiguieron.

  14. La única forma de que soltaran a Jean Batiste era que demostrara que no robó el oro sino que se lo encontró así que les dice a los policías donde estaban las cartas y les dijo que las leyeran. Los policías, al leer las cartas, se dieron cuenta de que Jean Batiste decía la verdad y de esa forma demostró que sí que se puede cambiar el destino, solo tienes que usar un poco de cabeza.

  15. Jean Baptiste pasó una semana en la cárcel y después lo soltaron. El guardia le dijo que un señor había pagado su fianza. Este le preguntó quién había sido, pero el carcelero no sabía nada, solo le había dejado una dirección. Jean Baptiste se dirigió corriendo a la calle que había escrito en el papel. Resultó ser un sótano abandonado que se estaba cayendo a trozos, pero Jean cogió fuerzas y entró. Preguntó si había alguien, pero no obtuvo respuesta. Dio tres pasos y … ¡¡zas!!, un hueco se abrió bajo sus pies. Jean resbaló y fue a parar a una piscina enorme, pero sin agua. Oyó unos pasos y de repente una voz muy grave que le resultaba familiar le dijo: ¡Por fin, te estaba esperando! Jean abrió un poco más los ojos y no podía creer lo que estaba viendo, ¡era su maestro, el carpintero!
    Este le confesó que él había pagado su fianza, porque no podía ver a su aprendiz favorito entre rejas. Jean le dio las gracias y le preguntó por los mendigos y el carpintero le comentó que todos se habían convertido en unos famosos e importantes médicos, profesores, dentistas, arquitectos, abogados, jueces… y todo gracias a las monedas de oro que Jean les había dado.
    Este se puso tan feliz y contento que empezó a correr sin rumbo por toda la ciudad de París.

  16. Jean Baptiste, que ya era reconocido y querido por todos los mendigos, es llevado a la cárcel, donde sabe que no durará mucho. Entonces los mendigos, sabiendo lo que podría ocurrir, planean cómo sacarle de la prisión.
    Uno de los mendigos llamado Pierre ya había estado encerrado en la misma prisión años atrás, así que decidió cometer un pequeño robo para entrar en la prisión infiltrado y ayudar a escapar al pobre niño.
    Pierre, que era muy listo, había estado observando los turnos de los guardias y por donde se solían mover, y en la hora de comer le robó las llaves a uno de los guardias que no trabajaba en la noche.
    Y ya en la madrugada, abrió la celda de Jean Baptiste y se fugaron de la cárcel y, después de esto, los mendigos, muy agradecidos, le devolvieron parte del dinero a Jean Baptiste, pero el pequeño niño prefería que se lo quedasen ellos ya que lo necesitaban más y su maestro zapatero, que ya llevaba días preocupado por dónde estaría su aprendiz, por fin le volvió a ver y, tras unos arduos y largos años, Jean Baptiste heredó la tienda y la convirtió en la más grande y más exitosa zapatería de Francia.

  17. Cuando a Jean Baptiste lo encarcelan pasa un guardia y le pasa un llave por debajo de la celda. En seguida se da cuenta de que era la llave de la cerradura y la abre. Cuando ya está fuera huye rápidamente y sigilosamente hacia el exterior donde le esperaba una muchedumbre de vagabundos reclamando que le soltaran. Él decidió subirse a un muro y decir que ya había salido. Todos se pusieron muy contentos y se lo llevaron ágilmente de allí para que no lo volvieran a encarcelar. Cuando llegó con su familia ,aquellos personas por las que había arriesgado su libertad le dieron dinero. Jean Baptiste y su familia huyeron de ese sitio y fueron libres y ricos.

  18. Jean Baptiste fue encarcelado y los pobres de la ciudad al enterarse de que habían encarcelado a Jean Baptiste se enfadaron mucho.
    -¿Qué podemos hacer? – dijo uno de ellos – ¡El pobre chaval será ejecutado!
    -¡No podemos permitir que eso pase hay que planear un plan para sacarlo de ahí!- gritaron.
    -¡Él nos ha ayudado a tener comida y de sobra, tenemos que hacer algo!- dijo una mujer.
    -Esto es lo que haremos: iremos a casa del herrero y cogeremos todo lo posible para enfrentarnos a los guardias- comentó el zapatero.
    Y así fue como un ejército de cincuenta y cinco personas se enfrentaron a un gran ejército. Diez supervivientes caminaron en busca de Jean Baptiste y al fin lo encontraron, lo sacaron y uno de ellos le dio un zurrón que contenía pan, pollo, agua y dinero.
    -Aquí tienes para que te vayas de aquí- dijo uno de los pobres.

  19. Tras el infortunio de estar en la cárcel, la noche anterior a su ejecución, Jean Baptiste, desesperado, se apoyó en la pared, y al observar que una piedra se movía, la extrajo y comprobó que dentro se hallaba una llave con una nota:
    «Como sabes, el destino está escrito y tú, joven aprendiz, no morirás todavía. Escaparás con esta llave y deberás despedirte del zapatero y su mujer para luego comenzar una nueva etapa de tu vida en un lugar muy lejos de aquí. A partir de ahora serás tú el que esriba su propio futuro.»

  20. Con aquellos tesoros, los pobres pudieron comprarse una vivienda digna, ropas, comidas… Les salvó la vida. Cuenta la historia que tan agradecidos le estuvieron que se rebelaron ante los pensamientos de la policía contra el niño, se manifestaron, consiguiendo así que no lo ejecutaran.
    Desde el 14 de julio de 1851, se narra a las orillas del Quai d’Orsay el ánimo y esperanza que aquel niño arrojó sobre el mundo, aquel niño que hizo cumplir su destino.
    Por supuesto, Jean conservó una parte del tesoro, con el que ayudó a reconstruir la casa derrumbada del zapatero y su mujer.
    Junto con los pobres que había salvado de la miseria, hicieron que se pintara un cuadro del niño en el museo d’Orsay. Y hasta nuestros días permanece ahí, impasible, observándote; el retrato de un niño cualquier en una pared cualquiera. ¿Quién sabe si la leyenda será verdad y aquel retrato es el de nuestro Jean…?

  21. Sin embargo, tras unos días encarcelado, los mendigos comenzaron una gran revolución contra los policías, quienes, al verse tan amenazados por el grupo de gente, deciden soltar a Jean Baptiste. El muchacho, agradecido, decidió repartir el poco oro restante que había logrado ocultar a la policía entre todos los mendigos que le habían ayudado a salir de prisión. Los mendigos acompañaron a Jean Baptiste a su casa, donde siguió con su feliz y humilde vida de aprendiz de zapatero.

  22. Una vez encarcelaron a Jean Baptiste, este tuvo una pequeña alucinación. Se vio a sí mismo levantando una baldosa de la celda. Como ya sabía que a veces podía ver el futuro, decidió registrar las baldosas de aquella zona en la que había visto su alucinación. Había una baldosa suelta, efectivamente, y, debajo de ella, encontró otro pañuelo de seda, con trazos de tinta escritos delicadamente en él. «El futuro está escrito y nadie, ni siquiera el adivino más sabio, podía cambiar su destino». Jean se mostró indiferente. Sí, ya lo sabía, gracias por recordarle su delicada situación. Era la tercera vez que se encontraba esa frase en las notas del maestro. ¿O no? Un momento… ¿Cómo que «podía»? ¿No tendría que ser «puede»? Sacó el libro y la nota del maestro y efectivamente comprobó que en las otras notas ponía «puede» y no «podía». Podía ser un error o podía darle un significado completamente distinto a la frase. ¿Y si…?
    Jean no terminó de formular esa pregunta porque tuvo otra visión. Esta vez le indicaba que mirara en una esquina. Allí encontró otra nota. ¿Cómo no la había visto antes? La leyó para sí. «Seguro que lo has notado, mi querido Jean Baptiste, he escrito «podía» en lugar de «puede», ¿verdad? Me di cuenta de que esto no es así. El destino puede cambiar, ahora sí, quizás antes no. Desde que te empecé a enviar los mensajes, desde luego que ha cambiado. Predecí que moriría con 100 años justos, así me lo dijo el destino y, sin embargo, ahora noto que moriré dentro de unas horas. Sé que cuando leas esto ya estaré en un lugar mejor, pero a ti aún te queda una larga vida por delante. Primero, sería favorable que salieras de ahí, así que llama a la policía y enséñales todos los mensajes: el libro, los dos pañuelos y las dos notas que he dejado para ti, incluida esta que estás leyendo. Si no te creen, diles que consulten a mis aprendices si ellos te dieron el libro. Suerte, Jean Baptiste».
    Así lo hizo. Jean corrió a llamar a los guardias para enseñarles todo. Un tiempo después lo soltaron, debido a que había sido confirmada la entrega del libro por parte de los aprendices del maestro, nadie había echado en falta todavía tantos luises y ducados de oro.
    Sin embargo, desde entonces todo cambió: Aquellos pobres a los que tanto había ayudado celebraron una gran fiesta en honor a Jean y le recompensaron con un montón de riquezas que habían conseguido a raíz del empujón que este les había dado para empezar sus nuevas vidas. El zapatero y su mujer se mudaron, junto con Jean, a una casa más grande (y que no se les fuera a caer encima), y no necesitaron volver a trabajar ya que de repente eran millonarios. Aún así, el trío siguió ayudando a los necesitados. Jean Baptiste aprendió aquel día un montón de cosas: que el que siembra recoge y lo más importante, que tú eres el dueño de tu propio destino.

  23. Cuando Jean Baptiste llevaba en la prisión una semana, llegó una carta
    que decía donde estaba el resto de las monedas de oro. Los guardias fueron al
    lugar escrito en la carta y allí las encontraron. Tras lo sucedido, Jean Baptiste
    fue liberado de prisión y volvió a su casa. Lo que los guardias no sabían es que
    él se había guardado dos monedas de oro y con ellas se fue del pueblo y
    empezó una nueva vida lejos de allí. Abrió su propia zapatería, ya que le habían
    enseñado muy bien este oficio. Se hizo muy famoso y tuvo mucho éxito,
    porque siempre conseguirá saber los gustos de la gente debido a su don de
    adivinar.

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